Todo sobre perros | Historia del Perro |
Solía haber dificultades para catalogar los perros para las exposiciones, sobre todo en el caso de razas extranjeras que muchas veces ni siquiera contaban con una categoría. Ademas de esto, al contrario de lo que ocurre en la actualidad, cada perro llevaba en el collar una etiqueta con el nombre y la dirección del propietario, así que el juez sabía en todo momento a quién pertenecía cada animal.
Clasificación En Categorías
A pesar de que en la década de 1860 se presentaban ejemplares de alta calidad, hacia 1870 era patente que aún se llevaban a cabo muchas prácticas indeseables. Distintas asociaciones de ámbito local intentaron aplicar reformas, pero no armonizaron sus políticas y tenían problemas de financiación. Shirley, un organizador de exposiciones caninas que concursaba desde 1870, advirtió el problema y decidió formar un órgano permanente que finalmente se convertiría en el Kennel Club. Fue así como en abril de 1873 en un reducido piso (departamento) de tres habitaciones, se reunió un pequeño grupo de personas que juntos organizarian, ese mismo año, la primera exposición canina en el Cristal Palace con la asombrosa cantidad de 975 participantes.
Los Inicios del Kennel Club
La primera asamblea general del Kennel Club tuvo lugar en el Hotel Great Western de Birmingham en diciembre de 1874. Ese mismo año el club publicó su primer libro genealógico con los pedigríes de 4.027 perros clasificados en 40 razas y variedades.
El Kennel Club a pesar de ser una asociación joven, avanzaba con paso firme y ya en 1880 había promulgado un edicto dictando que todo perro que participase en un concurso celebrado siguiendo sus reglas tenía que estar registrado en el Kennel Club, medida que fue bien recibida. De este modo el Kennel Club se establecía como un órgano rector que imponía tasas sobre los perros de exposición y, desde entonces, el mundo de los certámenes caninos no ha vuelto a mirar atrás.
En ciertos ámbitos hubo objeciones, sobre todo en la asociación de concursos caninos de Birmingham, cuyo comité tenía mucha influencia. En 1885, tras una dura pugna, se permitió a dos delegados de la asociación de Birmingham ingresar en el comité del Kennel Club, y así se llegó a un acuerdo amistoso.
El Kennel Club popularizó los concursos caninos y los sacó de lugares como tascas y bares para llevarlos a centros de moda como el Cristal Palace, Ranelagh y el jardín botánico.
A través del Kennel Club los propietarios podían obtener el pedigrí de sus perros, y además los incluían en un registro permanente. El club también se convirtió en una especie de tribunal de apelación para enmendar agravios y hacer de las acciones deshonestas algo difícil y peligroso. Por todo esto, y mucho mas, se ha dicho que el Kennel Club ha significado para el mundo del perro lo que el jockey Club para la hípica, y eso es sin duda un gran elogio.
La Gente en las Exposiciones
A finales del siglo XIX, con la ayuda del Kennel Club, los concursos caninos ganaron respetabilidad; ya que hasta ese momento la mayoría de los aficionados a los perros no pertenecían precisamente a la clase alta y los certámenes generalmente se realizaban a nivel local sin ningun tipo de presupuesto. Afortunadamente esto cambiaría gracias al Kennel Club, ya que con el paso del tiempo, cada vez más personas distinguidas empezaron a participar en los concursos y a apoyarlos; llegando a exponer sus perros incluso la reina Victoria. El príncipe de Gales y futuro rey Eduardo VII, un criador entusiasta que exponía en ocasiones, se convirtió en el mecenas del Kennel Club en 1875. Su esposa, la reina Alejandra, tenía borzois, basset hounds, chow chows, skye terriers, spaniels japoneses y carlinos, y la pareja frecuentaba las exposiciones caninas no sólo debido a sus obligaciones formales sino porque ambos disfrutaban viendo buenos perros.
La duquesa de Newcastle contribuyó con su mecenazgo a elevar el prestigio de los concursos caninos, y la condesa de Aberdeen, gran aficionada a los skye terriers, era la mecenas del la Asociación Canina para Señoras. Los perros realmente habían reunido a todas las clases sociales, y a muchos jueces se les oía comentar que muchas veces juzgaban a perros de criaderos distinguidos junto a los perros de la clase obrera. No obstante, es difícil evitar preguntarse si a veces no existía un trato preferencial hacia las clases privilegiadas, como en la ocasión en que la reina Victoria quiso exponer tres pomeranians de un color que no se solía presentar en Inglaterra. Hubo que crear una clase especial, y a dos de ellos se les otorgó un primer premio conjunto. Sin embargo, en el transcurso del último siglo los concursos caninos se han vuelto mucho más igualitarios, aunque los miembros de la familia real siguen visitando Crufts cada año y charlan con entusiasmo con los emocionados expositores y jueces.
Crufts Se Establece
A los catorce años Charles Cruft empezaba a estar harto de estudiar y tenía claro que no trabajaría en la joyería de su padre, así que pidió trabajo a James Spratt, el fabricante de piensos para perros. Cruft empezó a trabajar de ayudante en la tienda de Spratt pero en seguida se convirtió en uno de los primeros representantes, trabajo que lo puso en contacto con propietarios de perros del Reino Unido y extranjeros. Cruft no tardó en convertirse en la mano derecha de Spratt y establecer estrechas relaciones con propietarios de partidas de caza y guardabosques. Entre tanto la empresa de Spratt había crecido muchísimo y se convirtió en una sociedad limitada en la que nombraron a Cruft director del departamento de exposiciones.
Cruft Abandona Spratts
Cruft se dio cuenta de que, si los concursos caninos se organizaban bien, mejoraría la calidad de los perros con pedigrí y el público se animaría a tener mascotas de raza pura. También se percató de que la gestión de los concursos aún era deficiente, algo que había que subsanar. Charles Cruft ya era un personaje conocido en el ámbito canino y en 1878 se le encargó organizar la Gran Exposición de París. Ese primer contacto con concursos en el continente le sería muy útil en el futuro, pues le permitió exponer perros de otros países en sus exposiciones y contar con la presencia de jueces extranjeros. Aunque Cruft abandonó Spratt’s, nunca olvidó la deuda que tenía con la compañía y siempre mantuvo con ella relaciones cordiales, hasta el punto de que la empresa solía patrocinar los concursos de Cruft, contribuyendo con el pienso y las casetas para los perros.
El Primer Concurso De Cruft
En 1886 Cruft anunció la Primera Gran Exposición de Terriers, que se celebraría en un teatro llamado Royal Aquarium, en Westminster. El concurso contaba con 57 clases y reunió 600 participantes, la mayor parte de los cuales pertenecían al Kennel Club. Fue un evento mediático, apoyado por una extensa cobertura en el periódico The Times. Cruft también participó como secretario en otras exposiciones, pero centraba sus esfuerzos sobre todo en la preparación de otra exposición de terriers, que se celebraría el año siguiente en St Stephen’s Hall, en Westminster. Sir Humphrey Trafford, un entusiasta de los concursos caninos, fue nombrado presidente, y el veterinario de la exposición lo era también del Kennel Club. La eficiencia y constancia de los organizadores contribuyó en gran medida a su éxito. Ese segundo concurso contaba con 75 clases, aunque se inscribieron menos perros.
Aunque en esos tiempos los ferrocarriles no tenían muy buena reputación, la Compañía de Ferrocarriles de Londres y el Noroeste anunció medidas especiales para transportar los perros al concurso. Charles Cruft sabía que, por buena que fuese la exposición, tenía que ser fácil transportar los perros, y por eso se reunió varias veces con los representantes de la compañía de ferrocarril. El primero de los dos concursos de terriers celebrados en 1888 destacó por el lío que se armó cuando a varios perros se les puso la etiqueta equivocada.
Las clases y el número de inscripciones aumentaron hasta alcanzar las 164 clases en el último concurso, celebrado en el Royal Aquarium en 1889. Los premios especiales también se habían incrementado: el trofeo más valioso, valorado en 50 guineas, estaba destinado al mejor dandie dinmont. Otras dos copas se valoraron en 25 guineas cada una. Cruft’s ganaba impulso con rapidez y al año siguiente hubo más de 1.500 inscripciones y premios por valor de unas 1.500 libras. El concurso se seguía llamando «Gran Exposición de Terriers», pero cada vez estaba más claro que era la exposición de Cruft.
Un Sinfín de Premios y Clases
Cada vez se ofrecían más premios espléndidos, como la caseta de latón macizo del período Reina Ana para el mejor yorkshire terrier o las medallas de oro que se llevaban todos los participantes ganadores del concurso por equipos. No obstante, a pesar del prestigio de este acontecimiento anual, tras la exposición de 1890 más de un crítico mencionó que destacaba más el concurso por la cantidad de perros que por la calidad de los mismos. La verdad es que estos criticos tenian razon ya que se incluían algunas clases muy extrañas, la más rara de las cuales fuera quizá la de «perros disecados, o perros hechos de madera, porcelana, etc.». Esta clase inusual incluía dos carlinos de terracota, una estatuilla de mármol y dos cajas de perros disecados.
Acontecimiento Anual
En 1891 ya se anunciaba la exposición como «La Mayor Exposición Canina de Cruft», y era la primera vez que se abría la participación a todas las razas, con lo que llegaron a inscribirse 2.500 perros y a competir 2.000. Había 20 jueces que trabajaban en 12 rings. Los perros presentados por la reina Victoria y el príncipe Alberto daban aún más prestigio al acontecimiento. Hasta 1939, la exposición se celebró en el Royal Agricultural Hall excepto tres años. Al final del siglo XIX contaba con más de 3.000 inscripciones y seguía bajo el mecenazgo no sólo de la familia real británica sino también de la realeza del continente, como el príncipe Constantino de Oldenburgo, el gran duque Nicolás de Rusia e incluso el zar, que presentó borzois de sus perreras.
Crufts en el Siglo XX
En el siglo XX la organización de la exposición empezaba a estar muy bien gestionada. Charles Cruft en persona era el secretario y el director. Hasta la década de 1930, el reglamento apenas había sufrido cambios, excepto el de abrirse a perros procedentes de cualquier parte del mundo. No obstante, a los trofeos de campeonato y los premios especiales sólo podían optar los miembros de la Sociedad Internacional de Exposiciones Caninas de Cruft, previo pago de una guinea.
Después de la Primera Guerra Mundial
Cada perro recibía cuidados y alimentos sin coste adicional y se empezaron a exponer accesorios en los concursos, costumbre que perdura en la actualidad. Se mostraban carruajes, casetas para perros, cestos, mantas y todo tipo de prendas.
Durante la Primera Guerra Mundial, Cruft era consciente de que tenía que ingeniárselas para mantener el interés del público y organizó una exposición de héroes caninos. También creó secciones del ejército de tierra y de la marina para los perros de militares. En 1917 la exposición dejó de celebrarse temporalmente, pero gracias al amplio apoyo del público y al patrocinio de la familia real volvió a convocarse en 1921 y hubo un gran número de inscripciones.
En 1922 el papillón era toda una novedad y el galgo afgano causaba furor. En 1925 fue nombrada ayudante de Charles Cruft la señora Hardingham, quien a la muerte de Cruft, diecisiete años más tarde, se convertiría en la secretaria.
Cincuenta Años de Exposiciones
A medida que se aproximaba 1936, año del cincuenta aniversario, seguía aumentando el número de inscripciones y ya estaba prevista la participación de ochenta razas distintas. Las razas extranjeras, eran cada vez más populares y los jueces extranjeros se encontraban a menudo en el centro del ring. Para la exposición del aniversario las inscripciones alcanzaron la increíble cifra de 10.650, con 4.388 perros, entre ellos 898 labrador retrievers, 766 cocker spaniels y 226 golden retrievers. A la cabeza del grupo de los terriers estaban los cairn terriers, con 296 ejemplares. En esa época los pastores alsacianos (ahora conocidos como pastores alemanes) estaban de moda, con 155 inscripciones, pero por encima de todos ellos, ese año estaba el chow chow Ch Choonam Hung Kwong, que se llevó el prestigioso premio al mejor ejemplar de la exposición.
El Kennel Club Toma el Relevo
Durante años el nombre de Cruft había sido sinónimo de exposición canina; los certámenes de Cruft eran un éxito financiero en los tiempos en que aún era posible ganar dinero con tales acontecimientos, algo que ya no permite el Kennel Club. Charles Cruft falleció en 1939; tres años después su esposa decidió que dejaba de dirigir la famosa exposición, pero que quería que el nombre se perpetuase, por lo que pidió al Kennel Club que se hiciera cargo. Tras el interludio forzado por la Segunda Guerra Mundial, en octubre de 1948 se celebró la primera exposición Crufts organizada por el Kennel Club en el Olympia de Londres, con la participación de las 92 razas programadas. La exposición tuvo un éxito inmediato tanto entre los expositores como entre el público, y así fue como se inició su imparable auge.
Desde 1891, el catálogo de la exposición incluía una breve descripción de cada raza con un grabado o una fotografía; la tradición continúa hoy día y es de inestimable ayuda para que los visitantes puedan distinguir entre las distintas razas.
En 1959 los gastos de organización hicieron aumentar los costes de inscripción, pero a pesar de esa medida, que a muchos disgustó, se alcanzó otra cifra récord de inscripciones: 13.211. Para entonces y tras elaborar un estudio que reveló que aproximadamente el 10% de los perros expuestos presentaban criptorquidia, el Kennel Club prohibió la participación de perros con monorquidia y criptorquidia. Con esta excepción, nunca se había restringido la participación en la exposición en modo alguno, pero en 1965 el comité decidió limitar la envergadura del certamen, en un primer momento prohibiendo la participación de cachorros de menos de ocho meses. No obstante la medida tuvo un impacto muy reducido sobre el número de inscripciones, por lo que se optó porque fuera obligatorio haber ganado un premio en un campeonato el año anterior para poder participar. Con el paso del tiempo, las condiciones de admisión se han ido endureciendo.
Una Nueva Sede
Cada vez más gente consideraba que el Olympia era un lugar demasiado pequeño y oscuro para esta exposición tan prestigiosa, pero a pesar de esos comentarios negativos siguió siendo la sede durante unos años más. En 1974, los colores de la exposición, el rojo y el amarillo, se cambiaron por dos tonos de verde, mucho menos llamativos, y el apóstrofe de la palabra Cruft’s se eliminó quedando como Crufts. En 1974 la exposición se desplazó a Earl’s Court, también en Londres, y se modificó el ring principal para conseguir un efecto más espectacular y vistoso, además de aumentar una vez más el número de stands. La exposición permaneció en Earl’s Court hasta 1990 pero a partir de la celebración de su centenario se trasladó al Centro Nacional de Exposiciones de Birmingham. Esta nueva sede ofrece muchas ventajas, entre otras, una mayor superficie de exposición y buenos accesos por carretera, ferrocarril y avión. Este cambio preocupó a muchos expositores y visitantes, sobre todo a los extranjeros, y aunque todavía se recuerda Londres con nostalgia, ahora casi todo el mundo considera que el cambio ha valido la pena.
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